KUSARI NO YUUSHA

VOLUMEN 1

La Caída de los Pilares

 

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser ni total ni parcialmente reproducida, almacenada, registrada o transmitida en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico ni mediante fotocopias o sistemas de recuperación de la información, o cualquier otro medio presente o futuro, sin la autorización previa y por escrito del autor.

Cualquier tipo de piratería, alquiler, venta o distribución será perseguida y castigada por la ley y el código penal del país.

 

1

 

INVOCADO EN UN NUEVO MUNDO

_________________________________________________________

 

 Desconozco el motivo exacto... Tampoco recuerdo qué estaba haciendo en ese momento, creo recordar que iba a algún lugar... Pero de repente aparecí aquí: Un extraño bosque con altísimos árboles con un intenso olor a vegetación y humedad. Estaba tirado boca arriba encima de una gran roca horizontal. Parecía una mesa, aunque podía deducir que, por el lugar en el que me encontraba, tenía más pinta de ser un altar.

 

Mi brazo derecho ardía, lo observé y me encontré con un peculiar tatuaje de color negro que recubría casi toda mi mano. Este iba ascendiendo hacia mi hombro, como si se tratara de delgados tentáculos. No era capaz de verme la cara, pero este tatuaje subía por encima de mi clavícula, así que posiblemente también lo tenía por el cuello.

 

No recordaba haberme hecho un tatuaje, pero sí pendientes. Tengo una curiosa manía, no sé si la compartiré con más hombres que lleven pendientes, pero cuando despierto, me suelo palpar las orejas para confirmar que estos no se me han caído. De ser así, si me olvido de ellos, en un par de días podrían cerrarse los agujeros y hacerlos de nuevo sería una molestia.

Así pues, toqué mis orejas. Ahí estaban, una dilatación en cada lóbulo y tres pendientes más que ascendían por mis orejas.

 

Seguí palpándome la cara, también tenía mi perforación debajo del labio y otros dos pendientes en mi nariz, todo estaba bien. Había leído tantos mangas y novelas que llegué a pensar que había muerto y reencarnado en un nuevo mundo. Pero seguía con mi cuerpo en perfecto estado. Aun así, no podía recordar nada.

El lugar donde me encontraba era realmente pintoresco, parecía sacado de los sueños.

Extrañas plantas y flores de colores crecían de la hierba, aunque tampoco tengo ni idea de botánica, así que no le di demasiadas vueltas.

 

Aquel lugar desprendía una paz increíble, daba una sensación realmente acogedora, los árboles rodeaban el altar como si lo protegieran, pero no sentía que fuera a pasar nada allí. Era como si el tiempo se congelara mientras permanecía observando la nada. Así que decidí salir de allí. Caminé a través de los árboles durante unos minutos.

El vivo color que prevalecía en aquel lugar fue desapareciendo y cada vez el verde de la vegetación era más oscuro.

Miré hacia atrás un par de veces. Parecía que el camino por el que vine cambió tras mi avance y ya no quedaba nada de aquel lugar de ensueño donde desperté.

 

No tardé más de unos pocos segundos en escuchar un terrible berrido, era como si un animal estuviera siendo atacado. No me extrañaría que hubiera pumas, panteras o algo similar en un lugar como este. Debía tener cuidado si no quería terminar como el animal que emitía aquellos gritos de dolor.

Decidí caminar con sigilo. Correr sería absurdo sin tener un rumbo fijo. Quién sabe la cantidad de hectáreas que podía llegar a tener aquél lugar.

 

¡Carne, carne, carne! ¡Deliciosa carne! El lomo te voy a desmenuzar y un estofado me voy a cascar.

 

No era un animal, parecía un humano. Además, hablaba mi idioma. No sé qué tipo de humano se pondría a cazar en un lugar así, pero mejor eso que estar solo y perdido en este bosque.

Me dirigí hacia la dirección de la que provenía aquel extraño pero animado canto y me encontré con...

Un cerdo.

Un extraño cerdo de color gris oscuro, vestido únicamente con unos pantalones verdes.

Estaba arrodillado, destripando a un pequeño ciervo.

Definitivamente, creo que he muerto y he ido a parar a otro mundo. Esto no puede estar pasando, al menos no en mi planeta.

 

¡Ey! Decidí gritarle desde varios metros, no quería acercarme lo suficiente como para incomodar o asustar a la criatura.

Aun así, el cerdo pegó un salto por encima del ciervo y cayó de culo. Rebotó como si fuera una pelota y adoptó una postura de combate.

¡Tú!, ¡Atrás! Gritó el cerdo, apuntándome con un machete con el filo dentado. ¡Esta es mi presa! ¡Si te acercas te mataré!

De repente, unos números aparecieron de la nada al lado del cerdo.

 

♦♦♦♦♦

 

Nombre: ??? Raza: Cerdo Azabache

Nivel: 23 PODER: 280

FUERZA: 80 AGUANTE: 70

AGILIDAD: 110 INTELECTO: 20

 

♦♦♦♦♦

 

Estupendo, parece un videojuego. Tengo bastante práctica en los RPG.

Hace unos cinco años, a mis quince, fui uno de los mejores jugadores del mundo del MMORPG más jugado en ese momento.

A día de hoy se podría decir que vivo de los videojuegos y mi vida se basa en ir al gimnasio, practicar artes marciales con un par de amigos y lo que me queda de día, jugar y ganar dinero mientras vivo en casa de mis padres.

Soy así de simple. No soy un NINI, ya que gano dinero, incluso he creado mi propio proyecto de vida desde mi casa y abono más de la mitad de lo que gastamos en casa entre todos. Incluso podría decirse que casi mantengo yo a mi familia y no al revés.

Eso me ha permitido tener bastante tiempo libre, por lo que puedo dedicarme plenamente a hacer todo lo que quiera. Es una gran vida con la que siempre había soñado.

No obstante, siempre he querido estar preparado para algo así, bueno, no exactamente esto, sino más bien algún tipo de asalto en la calle o un intento de robo. Esto quizá sobrepasa un poco mis expectativas. Pensándolo fríamente... Creo que preferiría volver a casa.

 

Tranquilo. Le dije. No me interesa ese bambi al que acabas de matar. Solo necesito que me ayudes a salir de aquí.

¡Ajá! Gritó el cerdo. ¿Crees poder engañar al gran Hamhock? He matado a incontables tipos como tú. ¡En guardia!

El cerdo se volvió más agresivo.

Aquel pobre animal, estando de pie no alzaba más de cincuenta centímetros del suelo, lo cual me resultaba adorable. Aunque, ahora que lo vi de cerca, tenía diversas cicatrices en el torso y en la cara. Es posible que fuera peligroso.

 

Hamhock saltó nuevamente y se dirigió hacia mi a una gran velocidad, aparentemente con la intención de acuchillarme.

El animal era muy rápido, demasiado para ser un cerdo.

De repente, sentí como si supiera lo que tenía que hacer. Era como si tuviera algún tipo de conocimiento sobre magia. Aunque jamás la había puesto en práctica. Alcé mi brazo derecho y una serie de cadenas se materializaron desde las marcas negras que tenía en mi mano y se abalanzaron sobre Hamhock, quien estaba en el aire, preparando su ataque.

 

Mis cadenas reprimieron con facilidad al animal, amarrándolo y embutiéndolo cual salchicha y lo estrellé contra el suelo.

 

Definitivamente era muy superior a este pobre cerdo, lo estampé de cara contra el suelo y dejó de moverse. Pero él seguía vivo, pues notaba sus pulsaciones a través de las cadenas.

Solo con mi intención, era capaz de manipular esas cadenas a voluntad, lo cual era realmente curioso. Alcé al cerdo y lo acerqué a mí.

 

¡Eres un vil mentiroso! Gritó ¡Querías que me despistara para atacarme con esas extrañas cadenas! ¡Eres un cerdo!

Relájate, puerco. — Me molestó que un cerdo me llamara cerdo a mí, así que lo llamé "Puerco" para molestarle un poco.

¿Qué me has llamado?

Parece que mi insulto realmente le molestó.

Oh, vamos, me acabas de llamar cerdo tú a mí, precisamente cuando el cerdo eres tú. ¿Podrías hacer el favor de comportarte? Solo quiero que me ayudes a salir de aquí.

Me has llamado... Pu... ¿Puer...?

Aquel animal me miró desafiante, no pude evitar responder a su provocación.

Puerco, te he llamado puerco.

De repente, una increíble luz empezó a emanar del cuerpo de Hamhock, quien comenzó a aumentar su masa muscular. Su fuerza fue tan explosiva que consiguió separar las cadenas y deshacerse de ellas.

 

Un nuevo Hamhock, de casi el doble de mi tamaño y con una masa muscular abismal, aterrizó frente a mí. Emanaba una densa aura y parecía dispuesto a seguir peleando.

Nadie ha visto mi forma de batalla y ha vivido para contarlo. Murmuró mientras me miraba, desafiante.

 

Este tipo podría suponer un gran problema.

 

♦♦♦♦♦

 

Nombre: Hamhock Raza: Alto Cerdo Azabache

Nivel: 23 PODER: 1.550

FUERZA: 800 AGUANTE: 400

AGILIDAD: 300 INTELECTO: 50

 

♦♦♦♦♦

 

Debe de ser una broma.

Este maldito cerdo multiplicó por seis su poder.

Grrrr. Gruñó.

Eso ya no parecía un cerdo. Era como un gigantesco orco de más de dos metros. Sus bíceps eran literalmente más grandes que mi cabeza.

Lo siento niñito, pero me servirás para comer otra semana entera después de comerme al ciervo. Su voz se había vuelto mucho más grave, sus ojos estaban en blanco y su cuerpo desprendía calor. Este cerdo estaba forzando su poder hasta el límite, lo notaba.

 

Hamhock recogió su machete y me lo arrojó con fuerza. Como si fuera un pequeño cuchillo arrojadizo en sus enormes manos. Aunque pareciera pequeño, podía atravesarme el cráneo perfectamente.

 

Me deslicé rápidamente hacia mi izquierda y conseguí esquivarlo. El machete se clavó dentro de un árbol, bastante profundo, definitivamente si me hubiese dado me hubiera atravesado por completo.

Esta vez el cerdo no vaciló, tampoco dijo nada, simplemente se abalanzó con un gigantesco placaje hacia mí. Si me alcanza me romperá por completo. Esa bestia debe pesar cuatrocientos o quinientos kilos.

 

 

Me sentí extremadamente ágil, más que nunca. Salté por encima suyo y lancé mis cadenas a una rama de un árbol próximo, consiguiendo balancearme hacia él mientras escuchaba un terrible crujido a mis pies.

Cuando miré abajo vi que se estaba desprendiendo el árbol que estaba detrás mío al momento de saltar.

La fuerza de esa criatura era excepcional. Ese cerdo era mucho más fuerte que yo, pero debía derrotarlo si quería sobrevivir a esto.

 

Aterricé en el suelo y, rápidamente, lancé una de mis cadenas. Era como si las pudiera controlar con telequinesis tras darle un breve empujón con las manos. Esas cadenas que yo mismo había materializado parecían obedecerme.

Conseguí que mi cadena se enrollara alrededor de la pierna de Hamhock, quien, ignorándola, echó a correr nuevamente a por mí.

 

Siempre he vivido en una casa de campo, a las afueras de la ciudad, donde en un bosque cercano vivían jabalíes. Nunca llegué a cruzarme con uno, pero había escuchado en más de una ocasión que casi siempre arremeten de frente. Les cuesta mucho girar en carrera, así que probé suerte y comencé a correr hacia él.

No sé si seas un cerdo o un jabalí, pero pertenecéis a la misma raza de puercos.

¡Voy a destrozarte! Bramó él, nuevamente.

Cuando estuve a escasos metros de mi enemigo, lancé mi otra cadena hacia un árbol, enrollándola en él y me deslicé fácilmente hacia el árbol, pudiendo retraer y alargar las cadenas prácticamente a voluntad.

Una vez en el árbol, le di una vuelta a la otra cadena y me alejé unos cuantos metros. De esta manera dejé al cerdo atado al árbol. El animal solo tenía tres o cuatro metros de cadena para moverse y no podía alcanzarme, a no ser que volviera a tirar el árbol abajo.

 

  ¿Crees que te servirá dejarme atado a un árbol como a un perro? Gruñó nuevamente mientras corría hacia el árbol para golpearlo.

Pobre idiota.

Las cadenas de mi brazo derecho comenzaron a enrollarse en mi puño, creando un guantelete de cadenas increíblemente grueso.

Si consigo atizarle un puñetazo con esto, capaz lo noqueo. Intentaré darle en la sien.

 

Me apresuré a golpearlo, pues él no esperaba que lo atacara de frente.

Hamhock frenó justo en el momento en el que iba a golpear al árbol para encararse conmigo, pero no le dió tiempo y le hundí todo el puño en el hocico.

No entiendo por qué, pero el impacto fue terrible. Le golpeé con todas mis fuerzas y el cerdo, literalmente, salió despedido. La sensación era como si hubiera golpeado un balón.

 

Hamhock voló varios metros por el aire. La cadena que estaba enrollada en su pierna hizo de resistencia y el cerdo se quedó tendido en el aire un segundo antes de estrellarse contra el suelo de cabeza. Quedando totalmente inerte.

No sé si lo habré matado con eso, pero acabo de comprobar que mis golpes quizá son más fuertes que los de aquella bestia, aunque aún no entiendo exactamente la razón.

 

Grrr... El cerdo volvió a gruñir a la vez que se iba encogiendo, volviendo a su anterior tamaño de medio metro. Tú... Maldito... ¿Quién eres?

Miré al cerdo con admiración, no esperaba que estuviera siquiera consciente tras ese golpe.

Mi nombre es Renga. Le respondí sin dejar de observarlo.

Aún temía que quisiera atacarme por sorpresa, aunque no parecía capaz de mucho.

Aún tras mi ataque, el cerdo se levantó. Un hilo de sangre le brotaba de su enorme nariz aplastada mientras se sacudía los pantalones.

Seguidamente, se acercó y sacó una pequeña bolsita de cuero de su pantalón, la abrió y en su interior había dos trufas.

  Te ofrezco una trufa a cambio de que no me mates y me dejes llevarme a mi presa.

Este animal me caía curiosamente bien. Le había dado una paliza y aún así vino con decisión hacia mi para ofrecerme un trato.

Le sonreí.

  Me caes bien, ¿Pero para qué iba a querer yo una trufa?

  Son trufas negras. Apenas existen unas pocas en el mundo. Comenzó a explicar mientras las observaba con recelo.

  Los humanos de alto estatus y casa noble te pagarán un buen pellizco por una de estas. Yo las uso para transformarme, pero no sirve en ninguna otra criatura que no sea un cerdo.

Hamhock hizo una pequeña pausa, miraba a la trufa con tristeza.

  Las utilizo sobretodo para protegerme del ataque de bestias poderosas, aunque contigo no ha servido de nada, el ciervo no tiene casi valor para ti. Con esta trufa podrás comprar muchísima comida, ropa, armas o lo que quieras.

¿Y por qué no vendes las trufas y así no necesitas andar por el bosque tú solo?

Hamhock me miró como si no entendiera mi pregunta.

¿Cómo voy a vender yo nada a un humano? Cuando me vean querrán matarme.

 

Entiendo. Al parecer en este mundo las criaturas como él deben verse o bien como peligrosas o bien como comida. Normalmente los cerdos son para comer, me sabe mal por él.

Quédate las trufas, a cambio, quiero que me ayudes a salir de aquí.

El cerdo repitió su mirada de incomprensión.

¿No quieres una trufa?

Esa trufa podría salvar tu vida. Mejor guárdatela y no vuelvas a atacar a un humano como si nada. Quizá el próximo no sea tan benevolente como yo.

El cerdo se rió bajo su nariz.

Pocos humanos se atreverían a hacerme frente, me ha sorprendido que hayas sido capaz de derrotarme en mi forma de combate. Debes de ser un tipo muy fuerte. A todo esto, ¿Qué nivel eres?

Hamhock parecía cómodo hablando conmigo, pero se dirigió como quien no quería la cosa al árbol en el que había dejado clavado su arma.

  ¿Cómo puedo comprobar mi nivel? — Pregunté.

¿Has vivido toda tu vida en una cueva o qué pasa contigo?

El cerdo gruñía mientras tiraba con fuerza del machete. Al final lo extrajo del árbol, cayendo nuevamente de culo y rebotó por el suelo de una forma bastante divertida.

Algo así... Murmuré.

No sé hasta que punto en este mundo son peligrosos los reencarnados como yo. No sé si este animal reaccionará de nuevo de forma agresiva o querrá traicionarme al saber de donde vengo. Prefiero ser precavido.

Mirándote en un espejo, si te concentras podrás ver tu nivel simplemente con desearlo. ¿En serio nunca lo has visto?

Simplemente sonreí para evadir su pregunta mientras Hamhock guardaba su arma se dirigió hacia el ciervo y lo cargó a sus espaldas.

Bien, como sea, vámonos de aquí. Indicó él.

Seguí al animal por el bosque durante varios minutos. Estaba constantemente olfateando el camino, no sé si porque se había perdido o porque estaba buscando más trufas.

 

♦♦♦♦♦

 

El trayecto se alargó por varias horas, no sé qué hora sería, pero cada vez llegaba menos luz a través de los árboles y daba la sensación de que estuviera oscureciendo.

Oye. ¿De verdad sabes salir de aquí?

¿Pero tú sabes dónde estás? ¡Este es el Gran Bosque de Lutem! Con suerte habremos salido para el anochecer.

¿Anochecer? ¿Pero cómo habíamos terminado en tal lugar del bosque?

  ¿Fuiste hasta tales profundidades del bosque solo para cazar a un cervatillo?

  No. Este bosque es uno de los pocos lugares donde se encuentran las trufas negras. Vengo aquí a buscarlas y a cazar algo de comida. A las afueras del bosque es más peligroso para mí, pues es más fácil encontrarme con humanos y otras criaturas.

¿La profundidad del bosque es más tranquila?

Así es, aunque nadie se ha adentrado mucho más de donde estábamos... Por cierto, ¿qué hacías ahí? No llevas mochila, no llevas armas, ni siquiera llevas agua.

Ahora que lo dices, no te diría que no a un trago.

El cerdo me miró con curiosidad.

Te lo daré si me dices qué hacías allí.

Hamhock dejó caer al cervatillo y rebuscó en una pequeña bolsa que llevaba atada a su cintura. De allí extrajo una cantimplora.

 

Observé al cerdo unos segundos, parecía bastante serio, pero no parecía enfadado ni en estado de alerta conmigo.

Si te soy sincero, me desperté allí.

Hamhock fijó su mirada en mí.

Sabes quién eres y sabes pelear, conoces tu nombre pero no tu nivel. No sabes qué hacías allí y ni siquiera sabías que los humanos y los Bestas nos matamos entre nosotros. No te voy a forzar a hablar, pues podrías matarme y quitarme el agua o lo que quisieras.

Asumió a la vez que me ofrecía su cantimplora, estirando su brazo hacia mí.

  Pero de verdad que me gustaría saber qué diablos eres. Jamás conocí a un humano con tu fuerza.

Tomé su cantimplora y le di un trago para no dejarlo sin suministros.

Hmmm... Resoplé. ¿Existen humanos en este mundo que hayan vivido en otros mundos?

El cerdo pareció alterarse.

  ¿No eres de este mundo? Susurró.

Era extraño, parecía como si quisiera que nadie nos escuchara. Pero allí no parecía haber nadie.

No. Podría decirse que no. No sé cómo ni porqué, pero he despertado en un misterioso altar en el bosque.

Hamhock desenvainó su machete y empezó a mirar hacia los alrededores.

¿Quién? Susurró. ¿Quién estaba contigo cuando despertaste?

Nadie. Le respondí mientras trataba de captar algún movimiento o sonido proveniente de los árboles y la maleza.

¿Estás seguro?

Completamente, allí no había nadie.

El cerdo miró hacia todos lados, cogió su cantimplora y miró al cervatillo muerto con lástima.

  Bien, escúchame con atención. Comenzó a hablar. No tenemos tiempo para explicaciones. No pueden encontrarte aquí. Debemos irnos, vamos a correr durante un buen rato. Sígueme, no me pierdas de vista. Si te alcanzan te abandonaré. No voy a morir por protegerte, ¿estamos?

Asentí.

No sé qué había ocurrido ni por qué ese cerdo parecía tan asustado, pero no tenía buena pinta.

Bien, sígueme.

 

El cerdo comenzó a correr a una velocidad impresionante. Aunque me impactó más que yo fuera capaz de seguirle el ritmo. Jamás había imaginado poder tener tal agilidad, nos deslizábamos por el bosque como si fuéramos elfos, saltando varios metros sin problema y casi sin sentir agotamiento o sed. Parece que este mundo funciona con unos valores totalmente diferentes al mío. Aunque sí que escuchaba resoplar a Hamhock de vez en cuando.

Mantuvimos la velocidad durante unos largos minutos, pero de repente Hamhock se detuvo.

  ¿Qué ocurre? Le pregunté.

  Esto no me gusta, siento una presencia maligna.

Hihi~

Una tímida risa femenina sonó de entre los árboles. De detrás de un par de enormes troncos, a escasos metros de nosotros, apareció una hermosa chica con un kimono negro y morado. Tenía el cabello negro y recogido en dos moños, uno a cada lado de su cabeza.

¿Una geisha?

¿¡Tú estás tonto!? ¿¡Qué va a ser una geisha!? ¡Corre por tu vida!

El cerdo se giró y comenzó a correr en dirección contraria pero chocó contra algo y cayó al suelo.

Me giré y vi a un hombre desconocido vestido de mayordomo, era un tipo mayor, de unos cincuenta años, pero parecía un mueble.

Lamentamos la intrusión. Habló el mayordomo, con un breve suspiro. Pero debes venir con nosotros.

 

♦♦♦♦♦

 

Nombre: ??? Raza: ???

Nivel: 74 PODER: 13.600

FUERZA: 4.500 AGUANTE: 3.100

AGILIDAD: 4.200 INTELECTO: 1.800

 

♦♦♦♦♦

 

Retiro lo dicho. Esto sí que debe de ser una broma.

Este tipo es diez veces más poderoso que el cerdo transformado.

Lo sentimos mucho~. Dijo la chica a mis espaldas. Pero no podemos permitir que sigáis corriendo por aquí como si nada. Portaros bien, ¿Sí?~

 

♦♦♦♦♦

 

Nombre: ??? Raza: Aracne Suprema

Nivel: 89 PODER: 20.300

FUERZA: 5.500 AGUANTE: 1.700

AGILIDAD: 7.200 INTELECTO: 5.900

 

♦♦♦♦♦

Se me erizó el vello.

Sentí como si hubiera visto un fantasma, o peor todavía, a un monstruo.

Esta última era aún más poderosa que el mayordomo. Aunque solo tiene 1.700 de aguante, el cerdo transformado tenía 400. Supongo que podría reventarla de cuatro puñetazos, pero no me fio un pelo de esa velocidad y fuerza.

Sonreí.

Algo dentro me decía que debía pelear.

Una oscura aura comenzó a recorrer mi cuerpo, el cual empezó a desprender una extraña niebla morada y negra que subía desde mis pies hasta el último cabello de mi cabeza.

  Supongo que no queda de otra.

Me propulsé hacia ella. Ahora estaba cargando con todo mi poder, si lo hacía bien quizá podría derribarla de uno o dos golpes.

Alcancé su posición en tan solo un par de segundos y le lancé un puñetazo con mis cadenas, pero su velocidad era absurda, se deslizó a través de mi y sentí que me tocó el brazo.

Al apretar mi puño hice que mis cadenas explotaran en varias direcciones y se dirigieran hacia la chica, pero ella simplemente las esquivó. Parecía que fuera un juego de niños para ella, ya que permanecía con una sonrisa en su rostro, sentí como si estuviera poniéndome a prueba.

Con otro movimiento hice que todas las cadenas se dirigieran hacia mí, adoptando una forma punzante en los extremos para perforar cualquier cosa que se cruzase con ellas, la chica volvió a esquivarlas y se dirigió hacia mí, se deslizó como si fuera uno con el mismísimo aire y si colocó a mis espaldas.

De verdad eres tú~. Murmuró sonrojada. Eres increíble para acabar de ser invocado. ¡No podría pedir más!

Ella me dio un leve golpecito en la espalda para alejarse de mí. Fue extraño, era como si esa chica no pesara nada y se colocó como a cuatro o cinco metros de mi posición.

Me giré para poder verla, pero sentí entumecimiento en mis brazos. Estos dos estaban cubiertos por un denso y pegajoso hilo. Traté de moverlos, pero era imposible.

¡Se acabó el combate!~  Dijo ella, sonriendo a la vez que aplaudía levemente con sus pequeñas manos mientras se acercaba a mí. Está muy mal que hayas intentado atacar a una señorita, ¿sabes?~ Eso no se hace~.

Esta niñata realmente se está riendo de mí.

Ella se acercó a mi hasta estar a unos leves centímetros, controlaba perfectamente su poder, todo mi cuerpo estaba envuelto de esos extraños hilos, a eso se había dedicado mientras me esquivaba, ni siquiera me di cuenta.

Esos hilos estaban a su vez atados a varios árboles, era imposible moverme, por mucho que tiraba de ellos, mis brazos no se movían.

Ella me miró de cerca, mientras sonreía y veía sus pronunciados caninos.

Eres todo un especímen. Vendrás con nosotros. ¿Okay?~ Pórtate bien con nosotros, no te haremos ningún daño.

 

Esa chica era realmente poderosa, pero había caído en una trampa demasiado simple.

Mis cadenas rápidamente se dispararon y amarraron a la chica contra mí, tras amarrarla, los afilados extremos de mis cadenas,quedaron apuntándole al cuello.

Ah~... Dejó escapar un extraño ruido.

¡Señorita! Gritó el mayordomo, quien pareció preocuparse.

Tran... Tranquilo, Zabasu~. Su forma de hablar estaba empezando a hacerme sentir raro, era una mezcla de excitación junto con mal humor. No sé exactamente por qué, pero la desataría solo para que parara de hacerlo, aunque ahora yo tengo ventaja. Eso es lo importante.

  ¿Quiénes sois y qué queréis de mí?

Ella me miró sonrojada, parecía no estar por lo que tenía que estar.

  Po... Pórtate bien y suéltame... Y te lo diré~... ¿Sí?

Empezaba a desprender calor, parece que no estaba acostumbrada a tener contacto con chicos. Aunque su reacción era un poco exagerada.

  No. Le respondí. Pórtate bien tú y háblame.

  ¿Que... que te hable~?

Apoyó su cabeza en mi pecho, su respiración se volvió cada vez más acelerada y yo estoy empezando a perder los nervios.

Tengo ganas de darle un par de golpes, quizá no ha sido buena idea esto de amarrarla contra mí.

La extraña aura que cubría el cuerpo de la chica se desvaneció, por alguna razón sentí como si ya no estuviera presente.

 ¡Oye!

Ella no respondió...

...

¿En serio?... ¿Se ha desmayado?

No entiendo qué mierda le pasa a esta chica, pero se ha desplomado encima mío.

Utilicé las cadenas para mantenerla aferrada, pero la separé de mi cuerpo y la tendí en el aire.

  Se... Señor no le haga daño. Por favor. Me dijo el mayordomo, mientras se acercaba a mi con las manos en alto. Nosotros no queremos hacerle ningún daño, hemos venido a buscarle.

El mayordomo hizo un rápido movimiento con sus brazos, casi imperceptible para el ojo humano, si hubiera querido matarme con eso lo hubiera hecho sin ninguna duda. Me liberó los brazos de aquellos hilos pegajosos, cortándolos con sus propias manos.

  Por favor, suéltela con cuidado y venga con nosotros, nuestra intención es protegerle.

El mayordomo realmente era muy educado, parecía de fiar, más que esta extraña chica que no dejaba de gemir y alargar cada frase que salía de su boca.

Le hice caso y dejé a la chica en el suelo antes de desvanecer mis cadenas. Estaba inconsciente y totalmente sonrojada, su cara parecía feliz, la verdad es que me da un poco de mal rollo.

El hombre frente a mí hizo una lenta reverencia con una mano y me miró a los ojos.

 — Por favor, recoja a Kaeri y llévela en brazos hasta que despierte mientras abandonamos el bosque. Yo llevaré a su compañero.

En ese momento observé a Hamhock, el pobre animal se había desmayado, posiblemente sintió el poder de aquel tipo y se dio por muerto... En fin.

— ¿Por qué no recoges tú a la chica y yo al cerdo?

— Pensé que sería de su agrado poder cargar a Kaeri... Seguro que ella será feliz por ello. Si la cargo yo hasta casa seguramente se enfade.

¿Ah?

No entiendo nada.

Suspiré y me agaché para recoger a la chica. Pesaba muy poco.

Cuando la cargué en brazos sentí un dulce olor que jamás había olido antes, no podía asociarlo a nada, pero era espectacular.

La observé por unos segundos. Era preciosa. Me preguntaba si estaba realmente dormida o solo lo aparentaba.

— Señor, hay que darse prisa.

Asentí e iniciamos la marcha.

 

Ese maldito mayordomo cincuentón corría diez veces más que el cerdo, su velocidad era fácilmente comparable a la de un puma o un lince.

Yo corría detrás suyo, era capaz de seguirle, pero sentía constantemente que el tipo rebajaba el ritmo para que lo alcanzara.

Lo sentí... Bueno, realmente lo sentí cuando me enfrenté a la chica. Estos tipos son muy superiores a mí. Ella en ningún momento trató de golpearme.

Fui imprudente.

Siento que si ella hubiera querido, me hubiera asesinado en un abrir y cerrar de ojos. Debo de controlar mi ego en este mundo si no quiero terminar muerto.

 

 

FIN DEL CAPÍTULO 1

¿Quieres seguir leyendo?

Conoce a Renga, un chico que ha sido invocado en un nuevo mundo para ayudar a los humanos en su guerra contra los Bestas
(semihumanos). Allí él conoce a Kaeri, una Besta a la cual decide ayudar. Traicionando así la expectativa de los humanos y convirtiéndose en un Héroe Oscuro que luchará al lado de Kaeri, Satsune y Ryune contra las terribles fuerzas de la humanidad.

Kusari No Yuusha 1
¡Cómpralo ya!
Kusari No Yuusha 2
¡Cómpralo ya!
Kusari No Yuusha 3
¡Cómpralo ya!
Kusari No Yuusha 4
¡Cómpralo ya!

Reguro es el mejor jugador de Baloncesto de Noruega, situándose como uno de los mejores de Europa (sino el mejor) con tan solo diecinueve años de edad.
Él decide viajar a Japón para conquistar los campeonatos universitarios japoneses, pero no esperaba conocer allí a una chica, llamada Sarune. Quien también tiene un sueño... ¡Una novela que junta Romance, Spokon y una Idol Virtual (VTuber), que te dejará sin palabras!

Kakusareta Hoshi 1
¡Cómpralo ya!